“Todas las tasas de cambio de América Latina se han devaluado en los últimos dos años, unas más, otras menos. Sobre todo en un momento en el que estamos ante una situación donde el comercio mundial no crece históricamente. Cuando en el pasado sucedían cosas como éstas, se corregían en la región vía exportaciones. Hoy es mucho más difícil hacerlo”, lamenta.

Entrevistado por El Economista en Davos, en el marco de la reunión del Foro Económico Mundial (WEF, por su sigla en inglés), Moreno explica que “hay una clara conexión entre la devaluación de las monedas latinoamericanas y el bajo precio del petróleo y el dólar fuerte”.

Por eso consigna que “lo importante es que no sigan en una permanente devaluación de todos los países, porque al final no se beneficia ninguno”.

En lo que va de enero, el peso se ha devaluado 7.30% respecto del dólar, mientras que el sol peruano lo ha hecho 1.48% y el real brasileño, que el año pasado fue una de las monedas más afectadas, se ha devaluado 2.86 por ciento.

No obstante, algunos analistas consideran que las depreciaciones apoyan al sector exportador.

Sin duda, es más que necesaria para efectos de poder tener una economía sostenible. Pero la tendencia del comercio mundial es débil y, en particular, la dinámica de la región en materia comercial se ha caído.

Aumentar la productividad. Ése ha sido un reto permanentemente de la región. Pero las circunstancias ahora ameritan un esfuerzo mayor, para ahora sí acelerar e ir fortaleciendo su demanda doméstica.

En muchos países de la región, Colombia, por ejemplo, la inflación está incorporando las presiones cambiarias. ¿Esto agrava su diagnóstico?

El diagnóstico es el mismo. En la medida que crezcan las exportaciones y no las importaciones, se genera inflación. Pero hay que encontrar el modo de romper el ciclo y todas las vías llevan a la productividad.