Sectores agrícola y de consumos son los más afectados por la desaceleración

Publicado en fecha 07-08-2017
En el diccionario de la Real Academia Española (RAE), la transición se encuentra definida como “acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto”. A la luz de la definición, ¿se podría decir que actualmente en el Paraguay existen empresas del sector privado que están cambiando una manera de operar o gestionarse por otra distinta?. La respuesta es un tímido sí, no a gran escala y no a la velocidad que algunos casos ameritan.

En años recientes, la estabilidad macroeconómica, el crecimiento económico que ha propiciado la expansión de ciertos sectores, el acceso a fuentes de financiamiento que anteriormente no existían o eran limitadas particularmente en plazos, y una población que aprovecha las oportunidades existentes, han generado robustos crecimientos en muchos sectores.

Así se han observado incrementos expresivos en el consumo, en términos de venta de vehículos nuevos y usados, de maquinarias, de electrodomésticos, de informática, de telefonía móvil, de ropas y calzados, la compra de paquetes turísticos, y gastronomía, entre otros. Esto a su vez ha impulsado la colocación de pólizas de seguros y créditos, que hasta el 2014 habían tenido un desempeño favorable. Una situación similar ha tenido lugar en el sector agrícola, donde los productores han podido invertir principalmente en bienes muebles e inmuebles.

Al mismo tiempo, para acompañar la citada expansión, las empresas privadas han incrementado en años recientes gastos e inversiones en sucursales, recursos humanos, logística en general, aprovechando la favorable coyuntura económica y apalancados con propios y de terceros en mayor medida.

Sin embargo, particularmente a partir del año 2015 la economía paraguaya ingresa a un periodo de desaceleración importante en varios segmentos, siendo los sectores agrícola  y de consumo  los más afectados; situación que continúa dos años después, aunque compensado por otros sectores que han logrado preservar cierto dinamismo y contribuido al sostenimiento del producto interno bruto.

Es así que la mencionada desaceleración ha conllevado a que muchas empresas en un periodo de tiempo breve se encuentren con capacidades instaladas ociosas, donde el peso de la estructura organizacional y el avance de la tecnología les encuentra con dificultades para diluir costos ante niveles de ventas más acotados. Esto sumado a las dificultades en las cobranzas por los problemas surgidos principalmente en los dos sectores antes citados (agrícola y consumo), en su conjunto aun presionan sobre los márgenes de ganancias y flujo de caja de muchas empresas paraguayas. 

Lo anterior ha empujado a las sociedades a atravesar actualmente periodos importantes de transición en paralelo a un recambio generacional en la dirección estratégica de las empresas, donde de un modo de estar, deben pasar a otro distinto, a veces a un ritmo acelerado. No obstante, lo delicado radica en que muchas empresas no han tomado aún la suficiente conciencia acerca de los desafíos que deben enfrentar en los próximos años ante el cambiante escenario, u otras lo están haciendo a un ritmo lento porque muchas veces la estructura organizacional y/o de recursos humanos les limita la posibilidad de tomar decisiones estratégicas. 

Resulta entonces fundamental para las empresas que avancen en la adopción de buenas prácticas de gobierno corporativo, gestionando adecuadamente las finanzas e impulsando el acceso a información relevante para la toma de decisiones de los propios directivos y la socialización con eventuales inversionistas o prestamistas interesados en acompañar el desarrollo de la empresa, al tiempo de lograr una mayor especialización en las áreas en transición.    
Fuente: CADEP